En la fina línea de la profesionalidad Tartaleta se encuentra pequeña y ridícula. Nunca pretendió subirse a un escenario pero una vez en el le resulta imposible resistirse a un rato de puro juego con el público. Dulce, traviesa, pícara y sumamente inocente, Tartaleta nos hará reír y emocionarnos por igual, pues en su autenticidad existe una empatía a la que no podemos resistirnos.